Cuando un hombre y una mujer contemplan la posibilidad de tener un hijo, ante todo deben comprender que se trata de un proyecto de pareja, que, como la palabra lo indica, los involucra a los dos. “Son dos los que tomaron la decisión de unirse, son dos los que serán padres y son dos los que asumen esas responsabilidades con actos concretos. Por tal motivo, asumir la paternidad/maternidad debe considerarse una convicción, un proyecto de vida y de pareja, y asumirse desde el momento en que se decide ser pareja y padres”, dice la sicóloga Gloria Casas.Así, cuando la convicción de que ese nuevo ser es de los dos, se deben crear hábitos encaminados en acciones coherentes y concretas, que vayan en sintonía con la realidad del día a día de la crianza del bebé. Cuando existe la idea absoluta de que el bebé no es responsabilidad solamente de alguno de los dos, el diálogo es clave para repartir las tareas, llegar a acuerdos y plasmarlos en compromisos. Todo ello se traduce en una sola palabra: equipo. Asumir el rol “El hábito se fomenta con la repetición de nuestros actos hasta volverlos automáticos y que surjan sin ningún esfuerzo. Por eso, hay que acordar con la pareja cómo distribuir las responsabilidades que demanda el bebé y posteriormente llevar esto a la acción de manera repetida”, comenta Casas.Las mujeres deben tener presente que es esencial validar y reforzar el comportamiento repetido de los hombres, pues sólo de ese modo se crea el hábito de la participación. Es decir, cuando él esté asumiendo la responsabilidad, se deben evitar las críticas, puesto que en ocasiones las madres, por la ansiedad de cumplir su papel perfectamente, no dejan que su pareja asuma su papel participativo y vaya perfeccionándose a través de la acción.“Es probable que a veces las mujeres critiquen a sus parejas cuando este se está involucrado con las actividades que se deben realizar. Cuando esto suceda, ellas deben tener presente que así él no lo esté haciendo perfectamente o tal como a ella le gustaría que lo hiciera, debe tranquilizarse y convencerse de que la repetición no solamente fomenta el hábito sino también la habilidad para desempeñarse cada vez mejor”, sostiene Casas El lado femenino Mauricio Morales, sicólogo especialista en crisis y trastornos del afecto, señala que hay hombres que realmente tienen muy despierto su lado femenino, lo cual facilita la adaptación al nuevo rol. En cambio, hay otros que no. Para estos últimos, el especialista recomienda que no se frustren en sus primeros intentos, pues es importante recordar que habrá que ejercitarse en las tareas que requieren experiencia, carisma y calidez. “En estos casos es valioso entender que los hijos son los maestros de los padres, ya que ellos obligan al adulto a replantear en muchas ocasiones los principios, las creencias y el actuar de nuestras vidas”, dice Morales. Por ello, el primer paso para un padre es admitir que está en un estado vulnerable, sensible, de aprendizaje, donde es válido preguntar todo lo que no se sabe. En este punto, debe esforzarse y no sólo tener buenas intenciones, que en la crianza equivalen a “aguas tibias”, y no aportan a la relación, ni a la crianza del bebé. Adicionalmente, la madre debe ser capaz de transmitirle a su pareja correcta y claramente en qué necesita ayuda, cómo requiere que sea el acompañamiento y en qué momento espera que sea oportuna. De esta manera, el sentimiento de utilidad y correspondencia del padre aumentará junto con su sentido de confianza y manejo de ansiedad ante situaciones nuevas. Además, es vital que el padre aprenda a manejar la tensión
Cuando el bebe es el primero
El nacimiento de un bebé es un gran acontecimiento para la familia, pero si además es la llegada del primer hijo es toda una revolución, pues cambia totalmente la vida de la pareja.
Significa el paso de ser dos a tres, de ser una pareja a ser una familia. Las prioridades cambian. Nada volverá a ser como antes. Desde el mismo momento en que la pareja se entera que está esperando su primer hijo se produce una avalancha de sentimientos, entre ilusión, alegría, emoción pero también de cierto temor ante la nueva responsabilidad de ser padres.
La llegada del primer bebé implica un cambio radical. Supone empezar a pensar en la vida junto a él, preparar el hogar para acogerle, prepararse los padres para criarlo, y asumir su nuevo rol de padres primerizos.
La espera del primer hijo
La confirmación del embarazo marca el comienzo de la nueva vida. Es recibida con gran alegría, y cada quien comparte la noticia con familiares y amigos en el momento que cree más conveniente. Hay quienes ante la emoción desbordada lo anuncian enseguida y quienes prefieren esperar a que pasen las primeras semanas para dar la noticia.
Junto con los primeros signos de embarazo y los cambios físicos que se van produciendo en la mujer es lógico que aparezcan las dudas. “¿Seré capaz de cuidar a un bebé?”, “¿Saldará todo bien?”. A ello se empiezan a sumar los preparativos para la llegada del bebé y los consejos de los conocidos, aunque no se hayan pedido, sobre la crianza de los hijos.
Los nueve meses de embarazo son necesarios para que el bebé se desarrolle en el vientre materno, pero también para que los padres se vayan adaptando a la nueva situación y a la vida que les espera. La pareja va evolucionando a medida que lo hace el embarazo, y lo continuará haciendo a lo largo de la vida.
La llegada de un hijo une a la pareja (o no)
El nacimiento de un hijo es la expresión máxima del amor entre dos personas, sin embargo no siempre es todo color de rosa. Hay parejas que creen que la llegada de un bebé servirá para unirse, para recuperar el amor perdido, para resolver los problemas de la pareja, pero el bebé no arreglará la crisis si existen asuntos previos, que a la corta o a la larga volverán a aparecer. Si hay problemas graves en la pareja, por el bien del bebé, lo mejor es buscar ayuda profesional.
Ser padres es una experiencia maravillosa, pero aún así hay parejas que se desequilibran ante la noticia de la llegada del primer hijo y se destapa la caja de los truenos. Comienzan las tensiones, las discusiones sobre el cuidado del bebé, sobre la educación que se le dará, sobre quién resignará su trabajo por cuidar al bebé, y otras cuestiones que pueden plantear conflictos entre los futuros papás.
Lo mejor es hablar tranquilamente entre los dos sobre todo lo que pueda generar tensiones. El embarazo es un buen momento para expresar cómo nos sentimos, qué sentimientos provoca la llegada del bebé, así como las dudas o temores que genera.
Durante el embarazo, es fundamental que ambos se sientan felices y plenos, pues esa felicidad repercute en la salud de la madre y en la del bebé que se está gestando. La espera del primer hijo es única, como la de cada hijo, pero esta es especial pues no hay más hijos a los que cuidar, así quedisfrutadlo a pleno. Es el momento de preparar su llegada, elegir el nombre y hacer todo aquello que queréis hacer “solos”.